La necesidad de ser únicos se manifiesta de las maneras más insospechadas, el arte, como siempre, da una respuesta, es una característica del ser humano, salirse de la norma, es una condición de la originalidad.

Es lo que han propuesto un grupo de diseñadores de ropa: roma personalizadas.

En realidad, la idea, no es nueva, desde que existe la sastrería la ropa particular era la norma, la industrialización introdujo la novedad de la ropa seriada, la originalidad tuvo que dar paso a la economía. La ropa original pasó a ser difícil, cara, y sobre todo rápidamente copiada en todo el mundo.

La condición de originalidad, ya no es de único, es de primero.

Sin embargo, los diseñadores deben encontrar el camino de nuestra atención y deseo, y lo hacen, y logran su objetivo, de la mano del estilo.

En vez de adaptarnos a la moda, a la unicidad propuesta por otro, el diseñador debe conocernos, debe adaptarse a nosotros.

Es una condición que moviliza el mundo actual, que revelan las redes sociales: las empresas, los profesionales, buscan adaptarse e nuestras selecciones, a nuestra personalidad.

En el particular de la ropa, individualmente, no podemos aspirar a la originalidad, porque ese ítem es monumental, complejo, se lo dejamos a las estrellas de cine, ya que conseguirlo es poco probable, de manera que nuestras elecciones son de gusto y de algo que ya acumula mucho del mismo: el resto de las prendas de nuestro ropero.

Combinación de ropa, diferentes permutaciones, son lo que configuran nuestro estilo, incluso espacio en el ropero, que es una limitación insoslayable.

Es para estas condiciones, el individualismo, más que la originalidad, lo que constituya el objetivo de los nuevos diseñadores de ropa.

La tarea presupone, imitar nuestro propio modo de adquirir ese estilo, caminar, proponer, desechar; imaginamos a un profesional que mirándonos puede concebir una idea de nuestra personalidad, de nuestro gusto y estilo, interpretarnos y proponernos con certeza lo que nos convence de que es como si fuera elegido por nosotros.

Sin embargo no hay que desesperar, miles de diseñadores están a la búsqueda de nuestro estilo, lo suponen, lo comparten, y lo colocan a nuestra disposición, con herramientas que nos invita a presentar ese estilo, comentarlo, exponerlo.

 Es lo que está surgiendo, ropa personalizada, que es algo así como modelos a los cuales le podemos imponer requisitos, color, diseño, detalles, proporcionando nuestras medidas; un sastre personal; volver a los orígenes, a la modista particular, pero con la ayuda de la tecnología.

Probamos ser nuestras propias diseñadoras y tener la resultado en una prenda, que nos envían en unos pocos días.

En mi opinión la propuesta es interesante, pero hay un componente que el método no tiene en cuenta, para las mujeres, ir de compras es más que volver con la prenda deseada, es tocar o acariciar, mirar la prenda, de nuestro tamaño e imaginarla en nosotras, palparla y pensar la ocasión de uso, sin dejar de lado que habrá de pasar con ella para diversas ocasiones, con qué otras prendas se combina, allí mismo, en el mismo paseo, comparar el color con nuestra piel y luz natural y artificial, y sobre todo, si es con amigas, pasar esa tarde comentando, rechazando, poniéndonos de acuerdo, mover el cuerpo de aquí para allá, estirarlo, comprimirlos para que entre lo que no es de nuestro talle, planear una dieta para calzar un vestido, bajo la ilusión que esa prenda nos preserva jóvenes, lindas, delgadas, olvidándonos del mundo y sus problemas.

Todas frivolidades, claro, pero, algunos van al psicólogo, otras fuman marihuana, comprar ropa es más que llevarse una prenda para colgársela al cuerpo, es un concepto más allá del estilo.

Comprar ropa on line personalizadas no sé si cubre estos aspectos, tanto o más importantes que la propia prenda. Comprar ropa no es un trámite, es un recurso vital.